El cuadro La modelo de Manuel Humbert presenta una escena íntima y melancólica, donde una joven mujer, sentada y con una expresión pensativa, es retratada con una técnica impresionista. Los tonos suaves y terrosos dominan la paleta, con pinceladas difusas que capturan la luz y la atmósfera del entorno. La modelo, vestida con una blusa clara y una falda oscura, muestra una postura relajada, con los brazos cruzados sobre sus piernas y la mirada dirigida hacia abajo, lo que sugiere introspección o quizás una leve melancolía.
El fondo es sutil y abstracto, lo que permite que el espectador se concentre en la figura femenina y en la expresión de su rostro, que transmite serenidad y cierta nostalgia. Humbert emplea una técnica de difuminado que suaviza los contornos y genera una sensación de intimidad y calma. La iluminación tenue y los colores apagados refuerzan la atmósfera introspectiva de la obra.
El artista logra capturar la esencia emocional de la modelo, destacando la fragilidad y la belleza natural a través de una pincelada suelta y expresiva. La obra refleja la sensibilidad del pintor hacia el mundo interior de sus sujetos, haciendo de La modelo una pieza representativa de su estilo y de la tradición pictórica de principios del siglo XX.